El balance y la cuenta de pérdidas y ganancias son los dos documentos contables por excelencia. El primero muestra la situación de la sociedad de forma estática a la fecha de cierre del ejercicio social. El segundo muestra la evolución de los ingresos y gastos y, por tanto, de la evolución de la sociedad a lo largo del ejercicio social.
El balance es la cuenta general de la sociedad en la que deben figurar con la debida separación el activo, el pasivo y el patrimonio neto. Son estas las tres grandes partidas del balance.
El activo integra los bienes y derechos que son propiedad de la sociedad (junto con ciertos gastos que por su potencial de generación de futuros activos se permite activar como los gastos de investigación y desarrollo). Dentro del activo, se distingue entre activo corriente y activo no corriente. El primero integra los elementos del activo que tienen rotación y entran y salen del balance de la sociedad con cierta frecuencia. El segundo agrupa los elementos del activo necesarios para el desarrollo de la actividad productiva de la sociedad.
El pasivo integra las deudas y obligaciones asumidas por la sociedad que junto con los fondos propios constituyen las fuentes de las que la sociedad obtiene los recursos para su actividad. Dentro del pasivo se distingue entre pasivo corriente y pasivo no corriente en función del plazo de vencimiento de la obligación superior o no a un año.
El patrimonio neto se define por diferencia entre el activo y el pasivo e integra los fondos propios, esto es, capital social, reservas y resultados del ejercicio, los ajustes de valor y las subvenciones, donaciones y legados.
Para las sociedades de reducida dimensión, el legislador permite utilizar el llamado balance abreviado. Si quiere saber qué sociedades pueden presentar este tipo de balance, no dude en ponerse en contacto con nuestros abogados. Desde nuestro despacho, nuestros abogados le asesoran en todo España.